ME LO PONES FULL

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Autor: Inés Muñoz Aguirre

domingo, 26 de septiembre de 2010

CAPITULO 3


Osman saltó de su cama. Corrió al baño, mientras miraba el reloj que solo se quitaba para darse un baño. Las cuatro de la mañana. No fue el despertador lo que llamó su atención. El toque de una diana, que alguien se atrevía a sonar por todas las calles del barrio, alborotaba los sentimientos.
-Callate, coño é madre – escuchó a lo lejos, mientras se cepillaba los dientes lo más rápido que podía y su vieja le acercaba la taza de café - Aquí tienes Osman José; calientico – El entusiasmo del primer día de trabajo acabó con las ganas que tenía de quedarse durmiendo hasta el mediodía. Éste era un domingo especial, día de estreno de su autobús y día de elecciones parlamentarias.
La calle estaba sola; uno que otro muchacho corría con la franela morada en las manos, pendiente abajo. Otros la lucían orgullosos, casi que dispuestos a llevar un uniforme de por vida, si fuera necesario.
El torrencial aguacero que cayó hasta la medianoche había dejado su huella, un río de barro y piedra bordeaba los restos de la antigua acera y se acumulaba en lo que en otro tiempo seguramente fue una alcantarilla principal. En el barrio de Osman no había ni una obra nueva, esa era una verdad que muchos se negaban a aceptar.
Finalmente estaba allí en el estacionamiento. Encendió el motor y salió dispuesto a apoderarse del mundo. Prendió el radio que dio paso a “Caballo viejo” de Simón Díaz.  Subió el volumen mientras se acomodaba en el asiento, se dio un vistazo en el espejo retrovisor y arrancó. Dos cuadras más abajo en la parada principal un grupo de gente estaba esperando.
Todos subieron al autobús, uno tras otro. Hablaban entre ellos; no había duda de que andaban juntos, las franelas impedían que pasaran desapercibidos. Osman los observaba por el retrovisor, se reían y hablaban entusiastamente. Finalmente la voz de uno de ellos se sobrepuso justo en el momento en el que Osman esperaba pacientemente que subiera al autobús una señora que fácilmente podría tener unos 80 años -  Hay que votá compañeros, pa´defendé esta revolución- prácticamente gritaba  – La señora que acababa de montarse replicó – Pa´defendé la democracia querrás decí – Todas las voces se elevaron a un tiempo, las de los que estaban en el autobús y las de los que se estaban montando. Osman metió el freno y se levantó, haciendo uso del poder que le confería ser el dueño del tranporte “En esta vaina, no se habla de política”. Alguien pitó - ¿Quién fue? ¿Quién fue el que pitó? Se desplazó por el pasillo central, viendo a uno y otro. Los pasajeros lo ignoraban, como que si no fuera con ellos. Unos miraban a la izquierda y otros miraban a la derecha. Una mayoría, aunque con la cabeza baja, mantuvo su mirada al centro y escuchó silenciosamente las razones de aquel hombre, algo angustiado.
Molesto, Osman continuó la marcha. Sólo se escuchaba la música de la radio. Cuando llegó a la redoma encontraron un grupo lanzando fuegos artificiales, con la diana de fondo y las franelas moradas predominando. La mitad de los pasajeros se bajó en medio de un alboroto.
-Mira, mira el camión con la foto del candidato – gritó uno de los que observaba a  través de los ventanales panorámicos. Esa otra mitad de pasajeros, se bajaría unas cuadras más adelante. En la acera una larga cola hablaba de la disposición de la gente. Osman decidió que el también tenía que votar.  Un nuevo grupo de pasajeros se quiso subir pero rápidamente les hizo señas que no. Avanzó lentamente hasta que se pudo estacionar.

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